sábado, 27 de octubre de 2012

El mar, la mar.



Desde el acantilado, vista en el horizonte, allá donde el mar y las nubes se juntan.  Cierra los ojos y pierdete en el murmullo de las olas que rompen con bravura y al hacerlo burbujeantes, salpican altaneras el entorno donde se extremecen para  volver a  repetirse, una y otra vez.   El color del agua, producto de la luz que el día nos regala. Estímulos para el alma, que se deja transportar mas arriba del tejado( lugar donde llegan nuestras aspiraciones materiales) para ubicarte en los sueños de la naturaleza que te enseña gratuitamente  el rostro y te permite disfrutarla en exclusividad cual sensación precisan tus sentidos.

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